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sábado, 29 de mayo de 2010

Una mancha más al tigre...

Desde que empezamos a animar, nos caracterizamos por ir a las zonas más inhóspitas, cargadas hasta más no poder y a veces inventando rutinas en un largo viaje...
Hoy... nos esperaban en Hurlingam(se escribe así?). 35 niños de 3 años.
Ya nos habían advertido que la madre era, como decirlo... hmmm... un tanto "quisquillosa" (por no decir hincha pelotas). Ella quería muchos muchos juegos, porque su niño... hmmm... "se distrae facilmente" (por no decir que es un caprichoso de mierda).
Fuimos con artillería pesada... preparadas para cerrarle la boca a la madre.
También había alquilado dos castillos inflables, que no se pudieron utilizar debido a la lluvia torrencial que inundó a Buenos Aires en el día de la fecha.
Toda la fiesta se realizó en el quincho de la casa.
Eran todos los niños, mas los padres de los niños, más los familiares. Y esto es un real problema: porque los adultos no entienden que el cumpleaños es de un chiquito de 3 años, y entonces, no solo que invaden la zona de juego, sino que se la pasan a lo grande comiendo como cerdos, y charlando y riendo a viva voz... y lo peor es que cuando les pedís amablemente que te dejen trabajar en paz, se ofenden, te miran con mala cara y continúan en la suya... o... si tienen una cámara en mano, comienzan a interrumpir los juegos para sacar fotos a los chicos... pfffffffffff
La animación iba saliendo maravillosamente bien, todos divertidos y felices pese a la invasión de cuarentones...
Hasta que el cumpleañero... friquió. Comenzó a llorar. Y la madre, lo alzó y no paraba de decirnos que cambiemos de juego para que él se divierta (no importaba que el 99 % de los chiquitos la estaban pasando barbaro).
El problema del niño no era el juego. No quería jugar a nada, pedía algo... y cuando se lo dábamos lloraba porque no lo quería mas.
A todo esto, era el momento de la torta. Faltaban 15 minutos para irnos. Y la madre solo quería que sigamos haciendo juegos para que el pequeño caprichoso dejara de llorar. Y nosotras solo queríamos hacer la torta para irnos de ese inmundo y millonario lugar.
Finalmente hicimos la torta y la piñata, y nos fuimos a esperar el remis a la puerta. Ya no queríamos estar un segundo más ahí.
Después de esperar 25 minutos el remis, logramos irnos...
Tomar el tren y volver a la civilización. Y dejar atrás los caprichos, los gritos, y los adultos sobre exaltados por la abundancia de comida y de gente con quien chusmear seguramente y criticar a pobres ausentes que se salvaron de vivir esa tortura.
Fin del día...
Qué me deparará el domingo??? que miedo que me da...

1 comentarios:

Unknown dijo...

jajaja y si... las animaciones no son solo para los niños.. en ellas pese a que no esta pago.. se encuentran los padres.. creyendo que son solo esclavos para hacer reir..
fuerza.. y ya va a ver animaciones mejores

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